jueves, 15 de octubre de 2009

Costa Ecuatoriana: Crucita, Canoa y Mompiche (días 29 al 32)

AVISO DE UTILIDAD PÚBLICA: UN PEQUEÑO INCONVENIENTE CON UN SET DE FOTOS DE NUESTRO VIAJE NOS OBLIGA A PUBLICAR ESTA ENTRADA, CORRESPONDIENTE A LAS PLAYAS DEL NORTE DE ECUADOR; LA QUE SIGUE, CORRESPONDIENTE AL CRUCE POR LA FORNTERA CON DESTINO COLOMBIA; Y LO RELATIVO A CALI (excepto el zoologico) SIN NINGUNA FOTO.
LAMENTAMOS ESTE INCIDENTE Y PROMETEMOS PONER TODO DE NUESTRA PARTE PARA QUE TAL NO VUELVA A OCURRIR. DECIDIMOS DE IGUAL MODO PUBLICAR INFORMACION DE ESTOS DÍAS, PARA QUIENES DEDICADAMENTE SIGUEN NUESTRAS AVENTURAS. PARA ELLOS, Y PARA CADA LECTOR, UN ABRAZO!!
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...Partimos del amigable Montañitas el día Martes 29, siguiendo el rumbo norte por la costa, teniendo como próximo destino la playa de Canoa (a la que decidimos ir tras varias recomendaciones)

Los días que seguirían a nuestra partida de Montañitas serían una mezcla entre el goce de las lindas playas que ofrece la costa norte ecuatoriana y el apuro por avanzar lo más rápido posible para estar el día 9 de Octubre en Medellín, y así alcanzar a comprar la entrada para el partido de Chile (del cual ya conocemos el feliz desenlace) Es por ello que, pese a que algunos de los lugares que visitamos en estos días nos gustaron bastante, sólo pudimos pasar en ellos un tiempo más bien medido.

Avanzamos ese primer día de viaje lo más que pudimos (intentando siempre evitar el pago de buses, mediante el eficiente método -al menos en la costa ecuatoriana- de hacer dedo), para llegar por la noche al balneario de CRUCITA, aproximadamente a unas 4 o 5 horas de Canoa.

Muy lindo Crucita, con una extensa playa y una avenida que la recorre a su costado, pareciera -por los hoteles y el comercio que se ve en la costanera- que en temporada alta es bastante concurrido. Llegamos ya de noche a esta playa, y por la mañana del día siguiente, antes de seguir nuestra travesía, pudimos disfrutar un buen rato de la playa (y de una rica piña de desayuno).

Dato para viajeros: nos quedamos en un hostal que PARECE que se llamaba "Sol y Mar" o algo asi, que queda a una cuadra de la plaza principal, hacia el norte. Buena pieza, y un lindo y acogedor espacio común, en el patio. El costo de la habitación, por los dos, fue de 10 dólares.

A mediodía del día 30 de Sept -día en que solemnemente se cumple un mes de viaje- dejamos Crucita para seguir rumbo a Canoa. Para ello era necesario llegar hasta Bahía de Caraques, lugar en el cual un transbordador (o ferry, para algunos) atraviesa una entrada de mar hasta San Vicente, desde donde ya estaríamos a menos de una hora de Canoa.

Llegamos a Bahía pasadas las 2 de la tarde y, siguiendo la recomendación de Cesar Boney (jugador del Emelec de Guayaquil, a préstamo por estos días en un equipo de menor jerarquía, a quien conocimos haciendo dedo camino a Bahía), previo al cruce devoramos un rico almuerzo en "El Buen Sabor", a pasos del atracadero del transbordador.

Luego de ello cruzamos hacia San Vicente (no está demás decir que para peatones el cruce en el ferry es gratuito) y antes de tocar tierra firme, una buena gestión de la Javi nos permitió tener asegurado el transporte hasta Canoa. Así, en una amplia camioneta conducida por un gentil agrónomo oriundo de esas zonas, en poco más de media hora estábamos llegando a Canoa.

CANOA es un balneario rebonito, con una playa que si bien no es tan larga como la de crucita, cuenta también con una extenso pedazo de arena. El pueblo en sí mismo es de una onda un poco similar a Montañitas, por los bares y música a pasos de la playa, sin embargo conserva mucho más vivo el espíritu de pueblo, percibiéndose bastante menos vendido al carrete y al turismo como sí lo está (favorable o desfavorablemente, como se quiera) nuestro querido Montañitas.

Allí, nos encontramos con amigos hechos en los días de Montañitas, a quienes (por si alguno de ustedes llega a ver estas páginas) dejamos estampado un fraternal saludo: a la chilena trotamundos y su ocasional compañero de viaje peruano (nacido en el corazon de la selva coquera peruana), al colombiano dueño de una finca cerca de Montañitas, y al argentino y boliviano artesanos: pese a que no recordamos ningún nombre, un abrazo.

En Canoa nos quedamos en el camping La Iguana, atendido por Kris, alemana dueña quien nos recibió y acogió con gran hospitalidad. Pagamos en dicho lugar 2 dólares cada uno, por el sitio para poner la carpa. El lugar contaba con cocina, baños y ducha, y además del espacio para las carpas, tiene también habitaciones (cuyo valor desconocemos, pero tenían aspecto de precio razonable)

De Canoa salimos alrededor del mediodía, con la intención de llegar esa misma tarde a Mompiche, una playa a la que el Matías puso muchísimo énfasis en que visitáramos, y que coincidentemente cada vez que la mencionábamos como destino probable, la decisión de visitarla era enérgicamente respaldada por los lugareños.

Tomamos una especie de camión-micro (un medio de transporte que se puede ver no sólo en zonas rurales de Ecuador, sino también -como lo comprobaríamos luego- en varios pueblos de Colombia) el cual, por 5 dólares, nos dejaría en la ciudad de Pedernales. Allí, tras una pequeña caminata, conseguimos nos llevaran hasta Mompiche mismo un buen hombre y su camioneta. Así fue como, alrededor de las 5 de la tarde, ya estábamos en el escondido balneario llamado MOMPICHE.

Mompiche es una playa preciosa. Queda como a 20 minutos de la carretera, internándose por un camino casi oculto con paredes selváticas que hacen difícil creer que es al mar donde se dirige. La playa es larguísima, y el mar bacan. Al parecer no es mucha la gente que vive en ese lugar, lo que sumado a la temporada baja que atravesamos le da un aspecto de mucha paz y buena vibra.

Por ser ese día 1ero de Octubre, consideramos justo y apopiado una pequeña celebración, por lo que esa noche nos dimos un gustito y compartimos un exquisito plato de camarones al ajillo, ademas de un buen salú con vino chileno (120, claro. pensar en vidrio significa una millonada)

Al día siguiente nos pusimos al día con nuestra despreciable (por ambos) pero inevitable costumbre de caminar y caminar cada día, y nos lanzamos a recorrer la extensísima playa que comienza en Mompiche. Dicho paseo nos ofreció la observación de cadáveres de tortugas gigantes, peces, aves (una de ellas, un "piquero de patas azules", con una patita al parecer lastimada, la cual al momento de intentar ayudarla para salir del agua -por no comprender nuestras buenas intenciones- casi nos saca un pedazo con un movimiento de pico), etc.

Sin embargo lo más importante de ese periplo fue el encuentro con lo que parecía ser una tortuga gigante muerta (esa primera impresión tuvimos, dado el buitre que esperaba a medio metro) pero que al acercarnos abrio sus ojos y comenzó a mover su cabeza y su tremenda boca, y un poco tb sus aletas... increíble ver tan de cerca a un aminal como éste, realmente conmovedor. Nunca supimos si sólo descansaba en dicho lugar, o si efectivamente se encontraba en sus últimos minutos, por lo que ante la duda, simplemente concluimos que lo mejor era dejarla tranquila, y volvimos.

Ya de vuelta comenzó a caer una débil llovizna, la que al llegar al camping (el que quedaba por la calle de las hostales y campings, justo al fondofondo, y nos costó 5 dólares por los dos) ya se había convertido en una molesta lluviecita (molesta tb pensando que nuestro sistema de protección antilluvia para la carpa aún no está del todo operativo)

Así, y con la mente aún puesta en llegar lo antes posible a Medellín, Colombia, decidimos esa misma tarde partir hacia la frotera, por lo que dejaríamos atrás por un tiempo al mar y su grata compañía.

Ya sigue la larga travesía hacia Colombia.... Salud!!



N.

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